lunes, 9 de septiembre de 2024

Cesar Ritz

 




El padre de la hostelería moderna concibió, organizó y dirigió  los hoteles de  lujo del  llamado régimen  turístico, que estuvo en vigor hasta 1914.

César Ritz fue hijo de la Belle Époque. Las transformaciones sociales, económicas y tecnológicas ocurridas en Europa entre el final de la guerra franco-prusiana (1871) y el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) propiciaron el surgimiento de un tipo de hombres de negocios que solo unas décadas atrás hubiera sido casi imposible que existieran. Ciñéndonos al ámbito francés, empresarios como Georges Dufayel, creador del moderno concepto de centro comercial; Adolphe Clément-Bayard, pionero de la industria del automóvil; y el propio Ritz, lograron prosperar económicamente y ascender en el escalafón social partiendo de unos orígenes muy humildes.

De ganadero a hostelero

Ritz nació el 23 de febrero de 1850 en Niederwald, un pequeño pueblo de montaña perteneciente al cantón del Valais, en Suiza. Era el decimotercer hijo de una familia de ganaderos. pasó toda su niñez siendo pastor de cabras. Gracias a la insistencia de su madre, que creyó ver en él ciertas aptitudes intelectuales, César pudo seguir estudiando tras terminar la escuela primaria. A los doce años fue enviado a un internado jesuita en Sion, capital del cantón. Allí perfeccionó el alemán (en su pueblo se hablaba un dialecto suizo-germánico) y cursó francés e inglés, lo que le sería muy útil en su futura carrera profesional.

Tuvo su primer contacto con la hostelería sirviendo mesas en una posada de Sion (Suiza), pero este trabajo no le iba a durar demasiado, porque según el dueño de la Taberna, Cesar Ritz “No tenía el talento especial que se requiere para el negocio de la Hostelería”.

El dueño del hotel consideró que el joven Ritz no tenía demasiadas facultades para ser camarero

Sin embargo, a pesar de las esperanzas que su familia había depositado en él, Ritz mostró poco interés por los estudios. Con quince años, su padre decidió que había llegado el momento de que se formara en una profesión. Por medio de un amigo hostelero, César fue admitido como aprendiz de camarero en el hotel Couronnes et Poste, en la cercana ciudad de Brig. Este primer contacto con el mundo de la hostelería no duró mucho. A pesar de que el trabajo le gustaba y se ajustaba a su personalidad (Ritz era extrovertido y le agradaba el trato con los clientes), el joven aprendiz fue despedido a los pocos meses.

Según cuenta en sus memorias Marie Louise Beck, futura esposa del hotelero (se casarían en 1888 y tendrían dos hijos), el dueño del hotel consideró que no tenía demasiadas facultades para esa profesión. Tras unos meses de incertidumbre, en los que incluso volvió con los jesuitas para trabajar en el comedor del seminario y como sacristán, el inquieto Ritz decidió marcharse a buscar fortuna a París. La ciudad le fascinó.

Era el año 1867, y París bullía de actividad con la celebración de la Exposición Universal, la de mayor magnitud organizada hasta la fecha. La demanda de trabajadores en la hostelería se había multiplicado, por lo que a Ritz no le costó mucho encontrar empleo. Su primer trabajo fue como aprendiz de camarero en el restaurante del hotel De la Fidélité. Poco a poco, gracias a su empeño y su extraordinaria habilidad para hacer contactos, fue ascendiendo en la profesión. Ayudante, camarero, maître...

Ritz destacó por su capacidad para memorizar los nombres de los comensales y sus preferencias

En dos años ya ejercía de camarero en el elegante Voisin, uno de los mejores restaurantes de París. Allí perfeccionó su oficio. Aprendió de fogones, vinos y etiqueta, y estudió detenidamente los hábitos de la alta sociedad parisina. Ritz, observador discreto pero atento, destacó por su capacidad para memorizar los nombres de los comensales, acordarse de sus preferencias y anticiparse a sus requerimientos.

 Una pausa forzosa

 El inicio de la guerra entre Francia y Prusia en julio de 1870 interrumpió su prometedora carrera.

En 1870 entró a trabajar en Casa Voisin, donde aprendió a servir y tuvo su primer encuentro con la que sería su clientela objetivo: La gran clientela internacional. Allí conoció a personajes tan relevantes de la época como el Príncipe de Gales.

César sirvió platos con nombres como “consomé de elefante”, “camello asado” o “chuletas de oso con salsa de pimienta”.

La escasez de suministros durante el sitio de París obligó al Voisin a cerrar. Apenas había alimentos y combustible. Antes de cesar su actividad, el restaurante incluso se vio urgido a comprar carne proveniente de los animales del zoológico del jardín botánico.

Tras el cierre del restaurante, Ritz volvió a casa de sus padres.

No regresó a París hasta que terminó la guerra, en 1871.

Consiguió trabajo como camarero en el restaurante del hotel Splendide, uno de los más lujosos de la ciudad. El establecimiento era muy frecuentado por empresarios estadounidenses, un tipo de hombres de negocios “hechos a sí mismos”, poco habituales todavía en Europa, que fascinaron al joven Ritz. El futuro hotelero, que siempre se avergonzó de su origen campesino (odiaba sus grandes pies y manos “de labriego”), encontró en estos exitosos empresarios, muchos de ellos de procedencia humilde, un ejemplo a seguir.

En 1872 ya se encargaba del Restaurante del Gran Hotel Niza y fue en 1874, donde a la edad de 25 años, fue nombrado Gerente del Gran Hotel Nacional de Lucerna.

 Este trabajo fue el que le supuso su gran salto profesional, ya que por lo convulso de los tiempos, Suiza se había convertido en la residencia de las altas finanzas y de un buen número de las realezas europeas, las cuales se alojaban o acudían habitualmente al establecimiento, que por aquel entonces era uno de los mejores hoteles suizos.

Allí conoció a las más altas personalidades de la época, entre ellas, el príncipe de Gales. El futuro Eduardo VII le causó una honda impresión. César hizo todo lo posible por agradarle. Estudió sus costumbres, memorizó sus gustos culinarios y se afanó en satisfacerlos. Su empeño obtuvo recompensa. El príncipe terminaría convirtiéndose en uno de sus principales valedores, hasta el punto de afirma En el invierno de 1873, una vez concluidos los fastos de la Exposición Universal, Ritz no volvió a París, como tenía pensado. Se trasladó al sur, al lugar donde la alta sociedad europea pasaba los meses más fríos: la Costa Azul. Fue el comienzo de un período profesional marcado por la estacionalidad. En invierno, la templada Riviera francesa e italiana: Niza, Cannes, San Remo... En verano, las frescas montañas y lagos suizos: Lucerna, Locarnor que “Donde va Ritz, voy yo; y donde vamos nosotros, la sociedad nos sigue”.

Decidido a seguir prosperando, César se marchó en 1873 a Viena. En la floreciente capital del Imperio austrohúngaro se iba a celebrar una nueva Exposición Universal. Ritz, que ya había adquirido un considerable conocimiento del oficio y se movía con soltura en los ambientes más distinguidos, consiguió trabajo en el exclusivo restaurante Les Trois Frères Provençaux, adonde acudía buena parte de la realeza europea.

Un hombre de recursos

 Según relata la esposa de Ritz, cuando su marido trabajaba en el hotel Rigi Kulm, situado en la cima del monte Rigi, en Lucerna, fue protagonista de un episodio que marcaría su futuro profesional. Una fría mañana en que la temperatura había descendido a bajo cero, la calefacción del edificio se estropeó. Ese día el hotel esperaba la llegada de cuarenta importantes invitados para el almuerzo. Ante la imposibilidad de reparar la caldera a tiempo, y observando la falta de iniciativa del gerente, Ritz tomó las riendas de la situación: cambió el menú por platos calientes y más calóricos, trasladó las mesas a un comedor más pequeño y soleado y ordenó calentar ladrillos en el horno, para después envolverlos en franela y colocarlos bajo los asientos de los comensales.

Cesar Ritz y Auguste Escoffier se conocieron en el Gran Hotel Nacional de Lucerna y esta asociación fue lo que dio paso a uno de los hitos más relevantes de la hotelería: El complementar por primera vez, el servicio de alojamiento y el de alimentos y bebidas en un único servicio.

 Auguste Escoffier está considerado uno de los mejores chefs del mundo, pero gran parte de su éxito, se debe a la puesta en escena que diseño Cesar Ritz para ofrecer el servicio de comedor: Vajillas, Cristalería, Lencería y todo un despliegue de sumilliers, camareros y ayudantes, bajo la atenta supervisión de un jefe de comedor.

En 1890 se asociaron y se desplazaron juntos al Hotel Savoy de Londres, para más tarde crear en 1898 el hotel más lujoso de la época: “El Hotel Ritz” en París, y en 1899 el Hotel Carlton en Londres, lugar donde introdujeron por primera vez el sistema de menús a la carta y el room service.

Aristócratas, multimillonarios y personalidades del mundo de la cultura se alojaron en el Ritz

Aunque César se mostró algo reticente, porque ambicionaba lanzarse él mismo a la aventura empresarial, la “irrechazable” oferta económica que recibió para dirigir el flamante hotel le terminó de convencer. Durante los diez años que estuvo al frente del Savoy, Ritz consiguió atraer a lo más granado de la sociedad británica: desde aristócratas como la marquesa y mecenas de las artes Gwladys Robinson o el príncipe de Gales hasta estrellas del teatro como Oscar Wilde (a pesar de que le desagradaba la “dura y fea” iluminación eléctrica) o la actriz Sarah Bernhardt, quien residió en el hotel durante largas temporadas.

 En sus cocinas, Escoffier implantó un novedoso sistema de organización por equipos de trabajo y creó algunos de sus platos más famosos, como el postre “Melocotón Melba”, dedicado a la soprano australiana Nellie Melba, clienta habitual. Fue una década de grandes logros profesionales que, sin embargo, se vio interrumpida de forma inesperada. En marzo de 1898, Ritz y Escoffier fueron despedidos. D’Oyly Carte los acusó de operaciones fraudulentas en relación con la compra de vinos y licores y de aceptar sobornos de los proveedores.

César amenazó con demandar al hotel por despido improcedente, pero fue persuadido por Escoffier, que no quería verse envuelto en un escándalo. Finalmente, aceptaron el despido. El asunto se acabó tapando, como deseaba el cocinero, y solo se supo casi cien años después, cuando los documentos salieron a la luz. Como muestra de la popularidad del hotelero, cuando el príncipe de Gales se enteró de la partida del tándem, decidió cancelar una gran fiesta que había organizado en el Savoy a modo de protesta.

Sea cierto o no el asunto del fraude, existe otra razón que pudo haber pesado en la decisión del Savoy de despedir a su director. Durante los últimos meses al frente del hotel, el normalmente diligente e infatigable César estuvo menos involucrado en sus tareas como gerente. El motivo era que estaba centrado en otro proyecto: la apertura de su propio establecimiento. Animado por sus adinerados clientes de confianza y en colaboración con su socio Escoffier, Ritz se lanzó en 1896 a cumplir su gran sueño.

 Cesar Ritz fue el primero en instalar cuartos de baño en las habitaciones y de establecer un servicio personalizado para los huéspedes, basado en la gestión de la información que disponía de ellos para aportarles una mejor experiencia.

También redefinió el concepto del alojamiento, creando habitaciones más amplias y con decoraciones más lujosas, así como eliminando los papeles pintados y los pesados y oscuros cortinajes, por pinturas y telas más ligeras que permitían mejor su lavado.

Sin duda debemos a Cesar Ritz gran parte de lo que hoy es la hotelería, pero sus enseñanzas van más allá del alojamiento y siguen estando hoy tan vigentes o más que entonces.

Actualmente la cadena Ritz-Carlton sigue siendo sinónimo de lujo y excepcional servicio, algo difícil de mantener para una empresa durante más de 150 años, si no fuese porque sus principios se basan en aspectos que no varían con el paso del tiempo.

8 enseñanzas que nos ofrece, quien fue denominado como “El hotelero de los Reyes y el Rey de los Hoteleros” para el Turismo del Siglo XXI

Marca Objetivos

Que tu pasado no defina tu futuro: Ritz pasó de ser un pastor de cabras en su infancia, a convertirse en “El hotelero de los Reyes y Rey de los Hoteleros”

Cubre necesidades

Contribuye a mejorar el servicio: La introducción por su parte de cuartos de baño en las habitaciones, supuso un antes y un después en la hotelería.

 Adáptate y crece

El cliente siempre tiene la razón: Adecuó las estancias, a las preferencias de los clientes de la época, consiguiendo una mejor experiencia en su uso.

Apasiónate

Dignifica y pon pasión al servicio: Su frase “Damas y Caballeros, sirviendo a Damas y Caballeros” es la mejor expresión de su compromiso con sus empleados y clientes.

Trabaja en equipo

Colabora y complementa tu oferta: Su trabajo junto a Auguste Escoffier, logró por primera vez, unir el servicio de alojamiento y el de alimentos y bebidas en uno mismo.

Personalízalo

Conoce a tu cliente y personaliza el servicio ofrecido: Fue el primero en utilizar la información personal de sus clientes para aportar valor añadido: preferencias, onomásticas, aniversarios.

Hazlo escalable

Hazlo bien y replícalo: Lo consiguió dirigiendo docenas de hoteles a la vez y hoy es el standard en su cadena y el referente para el resto de cadenas hoteleras.

Deja huella

Haz que tus actos transciendan: La expresión inglesa “ritzy” se debe a Cesar Ritz y significa lujoso o elegante, algo que sin duda describe su trabajo y su historia.

 Para llevar tu agencia de viajes al siguiente nivel, es fundamental aplicar las enseñanzas de los grandes visionarios como César Ritz. Sus principios de excelencia en el servicio, atención personalizada y compromiso con la calidad siguen siendo esenciales en el turismo moderno. ¡No pierdas la oportunidad de transformar tu Agencia! Pon en práctica estos consejos hoy mismo y observa cómo tus clientes quedan encantados.

  Fuente: https://www.soloagentes.com/8-ensenanzas-de-cesar-ritz-para-el-turismo-del-siglo-xxi/

https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-contemporanea/20200223/473666536431/cesar-ritz-hotel-savoy-paris.html#foto-2

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